Hasta el 21/05 se presenta en la Fundació Joan Miró de Barcelona la exposición “Autegestión” curada por Antonio Ortega.

La muestra -que ocupa 4 salas temporales en la Fundació-,   reúne obras que representan actitudes divergentes con respecto a lo que podríamos denominar un circuito del arte mainstream. Valiéndose de la noción de ‘autogestión’, Ortega nos lleva a recorrer ejemplos históricos que desde el ’60 a la actualidad hackean al mundo del arte y sus convenciones. Un conjunto de obras  disímiles a través de las que se dejan ver prácticas  de puesta en valor de la la capacidad de apertura de los artistas frente a las constricciones institucionales. Pero sobre todo, de opuesta en valor de su propia voz.  Tal como explicita el texto introductorio, la exposición aboga por mostrar ejemplos en donde la autogestión (artística) esté anclada a la cuestión discursiva: “a una voluntad de los artistas a no ceder la explicación de su obra a una interpretación externa y reclamar la gestión de lo que, probablemente, sea su único capital: el deseo de gobernar su propia emisión” (Ortega).

“Autogestión” se encuentra hackeada en todo su recorrido por la artista Mariona Moncunill  a quien se ha encargado intervenir los plafones informativos… encargo que ya es en si mismo una de las tantas contradicciones que la exposición plantea, y que Mariona recalca  junto con la cartela que describe su trabajo:” Es evidente, por lo tanto, que mi propuesta no es autogestionada”.

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Ejemplo de las intervenciones de Mariona a lo largo de la exposición, en este caso sobre la cartela que explicita su propio proyecto artístico.

Autogestión (o do it yourselves, como el folleto de mano indica) se asimila en esta propuesta curatorial a la capacidad de generar discursos  propios desde la práctica artística, a defender territorios que aunque no en forma explícita, sí implícitamente, se entienden asaltados por los mecanismos institucionales y por los discursos de otras disciplinas. Aún un poco maniquea, la exposición vale la pena visitarse. La selección de obras y proyectos es muy cuidada, y aunque sólo esporádicamente revela un mundo desconocido y alternativo a lo institucional (la muestra incluye obras claramente legitimadas institucionalmente entre las que se encuentran piezas de Yoko Ono, Vostell, Miró…), el recorrido es coherente y hay pequeñas perlitas que vale la pena encontrar.

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Imagen que ilustra el post: Applemac (2006), Elizabeth Wright

 

 

 

 

 

 

 

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